Hola de nuevo! En esta nueva entrega, pretendo repasar y revisar con ustedes un breve resumen de la cristalería que existe para armar un bar, así como recomendarles aquellas copas y vasos indispensables para nuestro bar en casa.

Empecemos por un poco de historia. Existen dos orígenes del vidrio: uno es el de origen natural o generado por procesos naturales, como es el caso de la obsidiana y el otro, es el que esta hecho por los humanos. Hay indicios del uso del vidrio alrededor del año 3,500 A.C. en el Medio Oriente y el norte de África. Se dice que pudo haber surgido por un “accidente afortunado”, como subproducto del trabajo con los metales (edad de bronce, cobre, etc.). Con el paso de los años, las técnicas de fabricación del vidrio fueron mejorando, pero dicho vidrio era muy grueso, de aspecto burdo y todavía de color opaco, es decir que no se conocía hasta ese momento la forma de producir vidrio incoloro y transparente. Durante el siglo 1 A.C., la historia nos cuenta que se descubrió el proceso de soplado del vidrio, lo cual revolucionó la industria y dio paso a múltiples formas de envases y artículos de vidrio, que hasta ese momento no eran posibles de concebir. Los romanos se encargaron de popularizar el uso del vidrio a lo largo y ancho de su imperio y de ahí, al resto del mundo. Más tarde, en el primer siglo D.C. en Alejandría, se descubrió el proceso para producir vidrio transparente y con eso, se empezó a fabricar una mayor variedad de productos y se ampliaron también sus usos. Entrado ya el primer milenio de nuestra era, Alejandría continuó siendo el centro de mayor importancia en la fabricación del vidrio, pero en la época de las Cruzadas, Venecia le quitó ese lugar, convirtiéndose en el centro de manufactura más relevante del mundo antiguo. En 1291, la maquinaria de producción se tuvo que mudar a la isla de Murano y no fue si no hasta el siglo 15, que un fabricante de vidrio llamado Angelo Barovier, proveniente de una familia con una larga tradición en la manufactura del versátil material, inventó el “cristallo”, el material prácticamente incoloro y traslúcido, que conocemos ahora como cristal y específicamente por su origen, el famoso cristal de Murano.

En aquellos períodos de la antigüedad, los humanos usaban vasijas de diferentes tipos y materiales para beber agua, vino o algún otro líquido. Vasijas muy rudimentarias y evidentemente opacas, que no permitían ver con claridad lo que uno se esta tomando. Con la creación del vidrio transparente, el humano empezó a desarrollar el gusto por apreciar los colores de sus bebidas, además de poder identificar si dentro de nuestra bebida hubiera algún otro elemento no deseable o incluso dañino para la salud. Sin embargo, el vidrio si bien era casi 100% traslúcido, no era 100% incoloro. Con la creación del cristal, se empezó no solo a hablar del tema de la apreciación del color de las bebidas, si no también de las diferencias que podía producir en la captación de los aromas y sabores de dichas bebidas.

Quizá muchos de ustedes estén familiarizados con lo que se dice acerca de los cinco sentidos del vino —y para el caso, para cualquier bebida—: 1) Vista: Aquí el cristal fue fundamental para poder apreciar el color y sus tonalidades, así como la densidad o cuerpo; 2) Tacto: Por la percepción de la textura y la temperatura en boca, así como las sensaciones que provoca en su paso por la lengua; 3) Olfato: Sin duda, uno de los principales sentidos para la completa apreciación de un vino o de cualquier destilado o licor; 4) Gusto: Lo que detectan las papilas gustativas entre ácido, amargo, dulce, salado y recientemente, también umami; y 5) Oído: Fue difícil completar la lista hasta antes del descubrimiento del cristal, el cual nos dio ese agradable sonido limpio y casi melódico, el “clink” que solo se produce con el choque entre dos copas o vasos de cristal. Además de poder gozar de una extraordinaria plática mientras se disfruta de una buena bebida con buenos amigos.

¡Vaya! Parece que me extendí un poco en la introducción y los antecedentes, pero creo que son datos y anécdotas, que además de ser interesantes y que dan contexto al tema, sin duda era algo que les quería compartir.

Entremos pues en materia. En general, existen dos grandes clasificaciones de cristalería usada para las bebidas: La cristalería con tallo (copas) y sin tallo (vasos). El tallo de las copas, tiene el propósito de no afectar la temperatura de la bebida con el calor de la mano, además de no obstruir la transparencia de la copa, ya que las copas deben ser sostenidas por el tallo o bien la base. Son muy pocas las bebidas que se sirven en una copa a las que se les agrega hielo, así que se beben a la temperatura de servicio, ya sea un vino blanco, tinto, un jerez o un oporto, o bien, un coctel. En el caso de los vasos, pueden servir para beber tragos con hielo o en las rocas o “derecho”, como el caso de los destilados o los cocteles.

Copas (fotografía 1):

  1. Vino tinto
  2. Vino blanco
  3. Martini
  4. Coctelera / Champagne / Marie Antoinette
  5. Oporto
  6. Jerez
  7. y 8) Cordiales / Licores / “Shot” o tragos derechos

Vasos (fotografía 2):

  1. y 2) Collins / Highball
  1. 4) y 5) Lowball / Old fashioned / “Rocas”
  1. y 7) Caballito / Pony
  1. Shot

Vasos y tarros de cerveza y otros de especialidad (fotografía 3):

  1. Pilsner
  2. 3) y 4) Tarro
  3. Cervecera / Chalice
  4. Julep
  5. Moscow Mule

Otras Copas (fotografía 4):

  1. Champagne / Flauta
  2. Copita
  3. Cognac
  4. Glencairn
  5. Reidel single malt whisky

Como ya vimos, existen muchos tipos de copas y vasos. Las listas anteriores son solo una muy limitada muestra, así que no hay que perder la cabeza porque no todos son necesarios. Si yo tuviera que elegir (olvidándonos, por el momento, de las copas de vino que por supuesto no deben de faltar en un bar –además de que una copa de vino puede usarse para servir un Aperol Spritz—), mi selección para la coctelería sería la siguiente:


Copas Cocktail o cocteleras:

Existen dos tipos y son además las más clásicas. Me refiero, en primer lugar, a la copa mostrada en la fotografía 1 identificada con el número 4 (f1 - 4), a la cual se le conoce como copa champagne, copa Marie Antoinette (por el aquél mito que dice que la forma de la copa se había tomado de la silueta del seno de la reina francesa) o simplemente, copa coctelera. Esta copa es la más versátil de toda y funciona para prácticamente cualquier coctel que se sirva “arriba” y sin hielo. Su capacidad es en promedio de 4 a 5 onzas. Puede usarse para una Margarita, Daiquiri, etc. 

En segundo lugar, tenemos la copa Martini (f1 - 3). El nombre de esta copa y el de la copa coctelera, se han usado como si fueran lo mismo y, aunque pudieran usarse para los mismos propósitos, realmente la practicidad de una y otra son distintas. La antigüedad de una y otra también lo es, siendo la copa Martini la de más reciente creación. Además de que es más alta y tiene una mayor capacidad (actualmente de entre 5 a 6 onzas o más, aunque en un principio era menor, entre 3 y 4 oz.). Como siempre, existe una historia urbana que dice que dicha copa se diseñó en el tiempo de la Prohibición en Estados Unidos, ya que por su forma, resultaba muy fácil y rápido el tirar al piso el coctel, en un bar “Speakeasy”, durante una redada de la policía. Evidentemente, se trata de un mito, pero lo que sí es cierto, es que no se podría hablar de la elegancia y sofisticación del Martini sin esta icónica copa. Obvio se usa para servir un Martini o un Manhattan, etc.

Si se tiene que escoger entre las dos, la elección es obvia, ir por la más versátil que sería la copa coctelera, pero nunca estará de más un juego de copas Martini.


Vasos:

En términos prácticos, seguramente los tres vasos que yo elegiría para empezar a armar el bar casero serían: a) El Collins o Highball (fotografía 2, números 1 y 2 respectivamente) –aunque también el nombre se usa como sinónimo, existen ligeras diferencias entre ambos, siendo el Collins un vaso más delgado, alto y ligeramente de menor capacidad. Realmente es invariable tener uno u otro, porque al final sirven para lo mismo y realmente, muy pocas personas podrían diferenciarlos. Su capacidad esta entre las 8 y las 14 oz. y se usa para servir una Cuba (obvio), un Tom Collins (de ahí el nombre del vaso), un vodka tonic, etc. ; b) Lowball, Old fashioned o vaso “rocas” (f2 - 3, 4 y 5), su uso puede ser para tragos “derechos” —sin hielo— o en las rocas o bien, un coctel servido con hielo. Su capacidad promedio es entre 6 y 10 oz. y se usa, por ejemplo,  para tomar un whisky “neat” (derecho) o en las rocas o bien, para servir un Negroni o un Old Fashioned; y c) El Caballito, Pony o Shot (f2 - 6, 7 y 8 respectivamente), el cual evidentemente sirve para tomar tragos derechos y su capacidad promedio es entre 1 a 3 oz.. Se usa para tomar tequila, mezcal, whisky o algún coctel mezclado para tomarse como un shot, como por ejemplo la Perla Negra.


En resumen, elegí entre 4 y 5 copas/vasos máximo, que pueden servir para un perfecto inicio de nuestro bar en casa. Las copas de vino las obvié, así como quizá los tarros o vasos de cerveza, ya que con un vaso “normal” podemos tomar dicha bebida fermentada o directo de la botella, aunque yo sí les recomendaría —sobretodo si son muy aficionados a la cerveza—, que la tomaran en un vaso o tarro apropiado y mejor aun, que estén dentro del congelador para poder mantener, el mayor tiempo posible, la temperatura de servicio ideal de una cerveza que es entre 4 y 5° centígrados.


Después de equipar la primera parte de nuestro bar con las copas y vasos indispensables, poco a poco podemos ir añadiendo algunos vasos o copas que sean acordes a nuestros gustos personales y/o los de nuestros invitados.


Ahora, toca descubrir una deliciosa variación de un extraordinario y clásico coctel como el Negroni, el cual posee un gran balance de sabores y que, por su receta tan simple, puede dar paso a muchas variaciones al cambiar solo uno de sus principales ingredientes, generando una experiencia nueva, con una paleta de sabores dentro de la misma gama, pero con un toque ciertamente distintivo: 


Dry Negroni o Il Cardinale


1 oz Dry Gin

1 oz Extra Dry Vermouth

1 oz Campari


1 cáscara de limón amarillo


Se mezclan los tres ingredientes en un vaso mezclador, se agrega mucho hielo y para enfriar, se revuelve con una cuchara de bar o “bailarina”o bien, se pueden verter los ingredientes directo en un vaso old fashioned, con un cubo grande de hielo y se adorna y aromatiza con la cáscara de limón


Salud!

14 julio 2022 — Josefa Guzman Quintana

Dejar un comentario

Por favor tenga en cuenta que los comentarios deben ser aprobados antes de ser publicados