El Origen De La Coctelería
El origen exacto de la coctelería y en particular de la palabra coctel (del inglés “cocktail”) ha
resultado ser algo elusivo o más bien, difícil de determinar; principalmente porque no hay un solo
trabajo o investigación específica que se pueda decir que cuente con bases “científicas” o
bibliográficas, ya que la coctelería – actualmente referida también como mixología –, es una
práctica – hay quienes se atreven a decir que es un arte – popular de mezclar, conforme a la
definición más aceptada, bebidas espirituosas (bebidas alcohólicas), “bitters” o amargos
aromatizantes de infusiones de diversas hierbas, frutas, especias, raíces y alcohol; azúcar y agua o
algún tipo de jugo de fruta. Hay textos que relatan que el coctel como actualmente lo conocemos
tuvo origen en México y fue nombrado así en referencia a una princesa azteca llamada Xóchitl; hay
otras historias que determinan el origen de la palabra “cocktail” en la ciudad de Nueva Orleans y
que se deriva de una copa que servía originalmente para servir huevos cocidos (“coquetier”),
usada por un boticario francés apellidado Peychaud quien servía su creación de “bitters” en una
“coquetier” o también, que su origen proviene de una taberna en el barrio de Four Corners, Nueva
York, manejada por el personaje ficticio Betsy Flanagan, quien adornaba sus bebidas con plumas
de gallo. En fin, existen variadas y múltiples historias que intentan dar un recuento del origen de la
palabra y de la coctelería misma. Uno de los estudios más serios al respecto, es resultado de las
investigaciones y escritos del periodista estadounidense H.L. Mencken (1880-1956), sin embargo,
no pudo llegar a probar a ciencia cierta ninguna de sus siete teorías de tan “misterioso” origen.
Otro escritor relevante que documentó dicho origen fue el también estadounidense William
Grimes en su libro sobre la historia de la mixología norteamericana, “Straight Up or On the Rocks”
(1991), quien tampoco logró avanzar mucho más de lo que ya había escrito en su época H.L
Mencken.
En lo que aparentemente había cierto consenso, es que el origen de la coctelería era
estadounidense y que se empezó a hacer referencia a la palabra y más bien a la práctica de la
coctelería, a principios del siglo 19. Lo anterior, hasta que David Wondrich, escritor e historiador
norteamericano, se dedicó a investigar no el origen de la palabra en sí, si no de uno de sus
ingredientes más importantes: los “bitters”. De dicha investigación, se encontró con una
publicación de principios del siglo 18 en Londres, que anunciaba un producto llamado “Elixir
Magnum Stomachicum” que se vendía en la botica de un tal Richard Stoughton y que fue llamado
popularmente como los “Stoughton bitters” y que servían tanto como un remedio para el dolor
estomacal, como también para curar las tan conocidas crudas producidas por beber alcohol en
exceso. Una de las recomendaciones para semejante remedio, era mezclar dichos “bitters” con
brandy, que en aquella época generalmente era endulzado para que fuera más agradable al
paladar. De ahí, con el uso de azúcar, una bebida alcohólica y los “bitters”, Wondrich asumió que
el origen de la coctelería podría ser anterior a lo que era el consenso inicial. A partir de ese hecho
histórico, Wondrich encontró muchas referencias de mezclas de ginebra y bitters, brandy y bitters
o incluso de vino y bitters, tanto en Europa, como en Estados Unidos.
Wondrich, recientemente se aventuró a investigar un poco más sobre una de las siete teorías
descritas por Mencken, la quinta, relacionada a un término vulgar concerniente a una antigua
práctica cruel, que realizaban algunos criadores de caballos, de untar pimienta o extracto de
jengibre en las partes nobles de los animales para hacer que los equinos irguieran la cola para
mostrar vitalidad y viveza a sus potenciales compradores. La forma erguida de la cola del caballo
que se puede asemejar a la cola de un gallo – y por ende a la actitud vivaz y altanera –, y que en
inglés de traduce literalmente como “cock tail”. De ahí, se deriva también que el uso de especias y
raíces (recordando algunos de los ingredientes de los bitters) tienen un carácter estimulante que
era justo el tipo de efecto que generaban los cocteles cuando estos empezaron a ser consumidos
de manera recreativa en bares y tabernas alrededor del mundo. De manera que la nueva palabra
cock-tail (que después perdió el guion intermedio) se empezó a usar para describir aquellas
bebidas mezcladas estimulantes.
La primera época de oro de la coctelería fue a principios del siglo 20 y se dice que se afianzó en la
cultura norteamericana durante la época de la prohibición (1920-1933), en los bares ilegales
denominados como “speakeasies”. Dicha popularidad, ahora mundial, perdió fuerza en la década
de los sesentas y setentas, para retomarla en la década de los ochentas. A partir del inicio del
nuevo siglo, principalmente en esta última década se da el renacimiento de la coctelería, que
ahora toma el nombre de mixología y que ahora no solo se basa en la coctelería clásica sino en
nuevas y muy innovadoras creaciones, realizadas con nuevos y también noveles ingredientes.
Con todo lo anterior, no trato de hace un recuento histórico, ni mucho menos bibliográfico de la
etimología de la palabra cocktail. Simplemente, mi intención es aportar un brevísimo relato, que
espero encuentren entretenido, para explicar de alguna forma el fenómeno actual de la tremenda
popularidad de la mixología moderna alrededor del mundo.
Pero basta de historia, entremos en materia… Les quiero compartir la receta de un coctel, clásico
por excelencia, que además de ser uno de los más famosos, es mi favorito. Estoy hablando del
Manhattan, un coctel que surge alrededor del año 1870 y que, a lo largo de los años, su receta se
ha mantenido prácticamente sin ningún cambio. Algunos escritos mencionan que del Manhattan
se derivó otro coctel – menos conocido – llamado Martínez y que, de este, surgió el también
famoso y clásico coctel, el Martini. Lo cierto es, que del Manhattan se han desarrollado muchas
variaciones que se han popularizado en fechas más recientes.
Manhattan
2 oz o 60 ml. Rye whiskey (whiskey de centeno)
1 oz o 30 ml. Vermouth rojo
3 golpes o chorros de Angostura bitters (amargo de Angosutra)
1 cereza marrasquino (idealmente de la marca Luxardo o alguna otra marca de buena calidad)
Se mezcla los líquidos en un vaso mezclador, se agrega mucho hielo y se revuelve para mezclar y
enfriar el coctel. Se sirve en una copa coctelera o también llamada copa de Martini, previamente
enfriada, y se adorna con la cereza Luxardo.
Salud!
resultado ser algo elusivo o más bien, difícil de determinar; principalmente porque no hay un solo
trabajo o investigación específica que se pueda decir que cuente con bases “científicas” o
bibliográficas, ya que la coctelería – actualmente referida también como mixología –, es una
práctica – hay quienes se atreven a decir que es un arte – popular de mezclar, conforme a la
definición más aceptada, bebidas espirituosas (bebidas alcohólicas), “bitters” o amargos
aromatizantes de infusiones de diversas hierbas, frutas, especias, raíces y alcohol; azúcar y agua o
algún tipo de jugo de fruta. Hay textos que relatan que el coctel como actualmente lo conocemos
tuvo origen en México y fue nombrado así en referencia a una princesa azteca llamada Xóchitl; hay
otras historias que determinan el origen de la palabra “cocktail” en la ciudad de Nueva Orleans y
que se deriva de una copa que servía originalmente para servir huevos cocidos (“coquetier”),
usada por un boticario francés apellidado Peychaud quien servía su creación de “bitters” en una
“coquetier” o también, que su origen proviene de una taberna en el barrio de Four Corners, Nueva
York, manejada por el personaje ficticio Betsy Flanagan, quien adornaba sus bebidas con plumas
de gallo. En fin, existen variadas y múltiples historias que intentan dar un recuento del origen de la
palabra y de la coctelería misma. Uno de los estudios más serios al respecto, es resultado de las
investigaciones y escritos del periodista estadounidense H.L. Mencken (1880-1956), sin embargo,
no pudo llegar a probar a ciencia cierta ninguna de sus siete teorías de tan “misterioso” origen.
Otro escritor relevante que documentó dicho origen fue el también estadounidense William
Grimes en su libro sobre la historia de la mixología norteamericana, “Straight Up or On the Rocks”
(1991), quien tampoco logró avanzar mucho más de lo que ya había escrito en su época H.L
Mencken.
En lo que aparentemente había cierto consenso, es que el origen de la coctelería era
estadounidense y que se empezó a hacer referencia a la palabra y más bien a la práctica de la
coctelería, a principios del siglo 19. Lo anterior, hasta que David Wondrich, escritor e historiador
norteamericano, se dedicó a investigar no el origen de la palabra en sí, si no de uno de sus
ingredientes más importantes: los “bitters”. De dicha investigación, se encontró con una
publicación de principios del siglo 18 en Londres, que anunciaba un producto llamado “Elixir
Magnum Stomachicum” que se vendía en la botica de un tal Richard Stoughton y que fue llamado
popularmente como los “Stoughton bitters” y que servían tanto como un remedio para el dolor
estomacal, como también para curar las tan conocidas crudas producidas por beber alcohol en
exceso. Una de las recomendaciones para semejante remedio, era mezclar dichos “bitters” con
brandy, que en aquella época generalmente era endulzado para que fuera más agradable al
paladar. De ahí, con el uso de azúcar, una bebida alcohólica y los “bitters”, Wondrich asumió que
el origen de la coctelería podría ser anterior a lo que era el consenso inicial. A partir de ese hecho
histórico, Wondrich encontró muchas referencias de mezclas de ginebra y bitters, brandy y bitters
o incluso de vino y bitters, tanto en Europa, como en Estados Unidos.
Wondrich, recientemente se aventuró a investigar un poco más sobre una de las siete teorías
descritas por Mencken, la quinta, relacionada a un término vulgar concerniente a una antigua
práctica cruel, que realizaban algunos criadores de caballos, de untar pimienta o extracto de
jengibre en las partes nobles de los animales para hacer que los equinos irguieran la cola para
mostrar vitalidad y viveza a sus potenciales compradores. La forma erguida de la cola del caballo
que se puede asemejar a la cola de un gallo – y por ende a la actitud vivaz y altanera –, y que en
inglés de traduce literalmente como “cock tail”. De ahí, se deriva también que el uso de especias y
raíces (recordando algunos de los ingredientes de los bitters) tienen un carácter estimulante que
era justo el tipo de efecto que generaban los cocteles cuando estos empezaron a ser consumidos
de manera recreativa en bares y tabernas alrededor del mundo. De manera que la nueva palabra
cock-tail (que después perdió el guion intermedio) se empezó a usar para describir aquellas
bebidas mezcladas estimulantes.
La primera época de oro de la coctelería fue a principios del siglo 20 y se dice que se afianzó en la
cultura norteamericana durante la época de la prohibición (1920-1933), en los bares ilegales
denominados como “speakeasies”. Dicha popularidad, ahora mundial, perdió fuerza en la década
de los sesentas y setentas, para retomarla en la década de los ochentas. A partir del inicio del
nuevo siglo, principalmente en esta última década se da el renacimiento de la coctelería, que
ahora toma el nombre de mixología y que ahora no solo se basa en la coctelería clásica sino en
nuevas y muy innovadoras creaciones, realizadas con nuevos y también noveles ingredientes.
Con todo lo anterior, no trato de hace un recuento histórico, ni mucho menos bibliográfico de la
etimología de la palabra cocktail. Simplemente, mi intención es aportar un brevísimo relato, que
espero encuentren entretenido, para explicar de alguna forma el fenómeno actual de la tremenda
popularidad de la mixología moderna alrededor del mundo.
Pero basta de historia, entremos en materia… Les quiero compartir la receta de un coctel, clásico
por excelencia, que además de ser uno de los más famosos, es mi favorito. Estoy hablando del
Manhattan, un coctel que surge alrededor del año 1870 y que, a lo largo de los años, su receta se
ha mantenido prácticamente sin ningún cambio. Algunos escritos mencionan que del Manhattan
se derivó otro coctel – menos conocido – llamado Martínez y que, de este, surgió el también
famoso y clásico coctel, el Martini. Lo cierto es, que del Manhattan se han desarrollado muchas
variaciones que se han popularizado en fechas más recientes.
Manhattan
2 oz o 60 ml. Rye whiskey (whiskey de centeno)
1 oz o 30 ml. Vermouth rojo
3 golpes o chorros de Angostura bitters (amargo de Angosutra)
1 cereza marrasquino (idealmente de la marca Luxardo o alguna otra marca de buena calidad)
Se mezcla los líquidos en un vaso mezclador, se agrega mucho hielo y se revuelve para mezclar y
enfriar el coctel. Se sirve en una copa coctelera o también llamada copa de Martini, previamente
enfriada, y se adorna con la cereza Luxardo.
Salud!